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"No me he muerto y, además, tengo algo por qué vivir; ese algo es la pin­ tura", Frida Kahlo.

Frida Kahlo

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, no importa cuándo, pero fue en México donde nació esa mujer de  trenzas tejidas de colores sobre la inmensidad oscura,  la de cejas tupidas, bigote fino, uñas color sangre  y dedos rodeados por anillos que sostenían cuantos cigarrillos imagine. Le ocultó la edad a su primer novio, Alejandro Gómez Arias, porque era menor que ella. No quiso ser igual,  quería sobresalir para estar en un altar adornando el cielo mexicano, fumando y expulsando humo de colores.

 

Creyó en el amor de su padre; fue cómplice del  de su hermana mayor a la que ayudó a escapar con su novio; conoció el de su madre -no era padre, sino un hombre que se suicidó en su presencia;  explotó con el de Diego Rivera y se enloqueció con el de sus amantes hombres y mujeres.

 

Pensaban que los retratos de su vida eran ficción, creación y locura, lo que no sabían es que eran realidad, vivencia y tragedia. A los seis años la poliomielitis no la dejó caminar, nueve meses la refugiaron en una cama con un caballete especial hecho por su padre Guillermo. Una pierna delgada, maltrecha,  unas botas especiales y doble calcetín la condenaron a ser ‘Frida, pata de palo’.

 

 

El 17 de septiembre de 1925 un tranvía aplastó el camión en el que iba junto a Alex, su novio.  “A mí el pasamano me atravesó el cuerpo como a un toro. Un hombre me cargó y me acostó en una mesa de billar. Y me arrancó el trozo de hierro, el pasamano que me atravesaba el cuerpo de lado a lado, como lo haría un carnicero, un torero”.

 

El dolor agudo, la aproximación a la muerte y la tragedia de su vida se colmaban con el deseo por el hombre y la mujer. Murió muchas veces, pero el aire lo recobró al besar a Diego Rivera, su trasfusión, su amor.

 

 Pintaba para vivir, pintaba para amar, pintaba para expresarse, para que otros la entendieran. Pintó su columna maltrecha, sus corsés, la ropa de su amado Diego Rivera, al que gritaba "¡Que ganas de tener un hijo de Diego Rivera!". Él pese a sus engaños y gusto desenfrenado por las mujeres fue otra expresión del amor, la vida en medio de la tragedia, el color para su lienzo.

 

Su ropa, su odisea, jóven se vestía como un hombre, de grande utilizaba falda largas, para no ver sus piernas “y no morir de vergüenza como los pavos reales cuando se las miran”.  Fue inspiración, apareció en Vogue, crearon en Paris un vestido inspirado en ella  ‘Robe Madame Rivera, aunque en México por mucho tiempo ni la determinaron.

 

En 1940 los dolores eran tales que ni la pintura le brindaba calma, se sentía incapaz, le costaba sostener el pincel. Esta, la mujer que dedicaba horas y horas a repasar y pulir los pelos de su bigote, no podía concebir sentirse mediocre. En 1964 le fusionaron cuatro vértebras lumbares con un injerto de pelvis y una placa de quince centímetros de largo.

 

“Murió el 14 de julio de 1954 y fue incinerada. La Frida de las calaveras de azúcar con su nombre escrito en la frente: "Frida", la del pincel de colores, la de los collares de barro y plata, la de los anillos de oro, la doliente, la atravesada por el pasamano. La otra, la que yo inventé y pinte, la del rostro mil veces fotografiado, es la que permanece entre ustedes”, Frida Kahlo.

 

Se fue la mujer de la guitarra, la de risa estrepita, voz chillona, la que entonaba gritos de dolor y tragedia, pero también de placer, la de trazos pulidos y dedicados, huesos doblados y corsés de yeso y barro. Debió reposar, cuidarse, ir con cautela pero no, Frida fue rebelde, pasional, carnal, trágica, icónica, inspiradora, valiente y colorida.

 

Su legado se mantiene en los días en que la mujer quiere ser rescatada y protegida. La aclaman, la llevan plasmada en prendas de vestir, pinturas y donde quepa tanto color. Sus manos volaron sujetando un pincel lleno de su vida: amor y dolor.

 

“Espero una salida feliz y espero no volver jamás”, con estas palabras se despide Frida Kahlo y ahora me despido yo. 

 

Sarita Noreña Ospina

© 2015. Todos los derechos reservados. Por Sarita Noreña Ospina. Saranospina@hotmail.es Última actualización 11/09/2015.

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